¿Sabes algo? Durante mucho tiempo yo también caí en la trampa de mirar lo que me faltaba.
El trabajo que no tenía, la vida que veía en otros, los sueños que aún estaban en pausa. Y lo peor de todo es que, mientras me enfocaba en eso, me estaba perdiendo lo más valioso: lo que ya tenía conmigo.
Nos enseñaron a desear siempre más, como si lo presente nunca fuera suficiente. Pero un día entendí que el verdadero cambio empieza cuando dejamos de lamentar lo que no está… y empezamos a agradecer lo que sí está.
Piénsalo un momento:
-
¿Cuántas veces diste por sentado a esas personas que te acompañan día a día?
-
¿Cuántas veces minimizaste tus propios logros porque “no eran tan grandes”?
-
¿Cuántas veces miraste al futuro con ansiedad, en vez de disfrutar el regalo del ahora?
La vida se vuelve más ligera cuando cambias la mirada.
El día deja de pesar, las cosas pequeñas se sienten más grandes y hasta el corazón late distinto.
Hoy quiero invitarte a algo sencillo:
Haz una pausa, respira profundo y mira alrededor.
Encuentra tres cosas —solo tres— por las que puedas dar gracias.
Hazlo todos los días. Te prometo que poco a poco, en lugar de ver lo que te falta, vas a empezar a descubrir la abundancia que ya vive en ti.
Porque al final, la felicidad no está en lo que nos falta…
Está en aprender a valorar lo que ya es nuestro. 💛