Escritos, Reflexiones

No importa qué cartas te reparta la vida: la magia siempre la construyes tú

Hay una verdad que no siempre queremos aceptar:
la vida no reparte las mismas cartas para todos.

Algunos nacen con ventajas, otros con cicatrices.
Unos avanzan con caminos despejados, otros aprendemos a caminar entre escombros.
Y aun así —aunque suene contradictorio— nadie está condenado por las cartas que recibe.

Porque al final, lo que realmente define nuestra historia no es lo que nos tocó…
sino qué hacemos con ello.

He entendido que la magia no es suerte.
La magia es decisión.
Es levantarse cuando no hay fuerzas.
Es insistir cuando sería más fácil rendirse.
Es transformar el dolor en carácter, el miedo en impulso y la caída en aprendizaje.

La vida no pregunta si estás listo.
Simplemente reparte.
Y ahí, justo en ese momento incómodo, comienza el verdadero juego.

Construir tu propia magia no significa negar lo que duele.
Significa no vivir atrapado en ello.
Significa dejar de preguntarte “¿por qué a mí?” y empezar a decir
“¿qué voy a hacer con esto?”.

Cada persona que admiro no tuvo una vida perfecta.
Tuvo coraje.
Tuvo fe en sí misma incluso cuando nadie más la tenía.
Tuvo la valentía de no convertirse en víctima de su historia.

Y si hoy sientes que las cartas que tienes no son las mejores,
déjame decirte algo con total honestidad:
todavía puedes ganar la partida.

Porque la magia no está en la baraja,
está en tus manos.
En cómo juegas.
En cómo te reconstruyes.
En cómo decides seguir, incluso cuando todo parece en contra.

No importa qué cartas te reparta la vida.
Mientras sigas aquí, la magia aún puede ser tuya.