Hola, amigos. Hoy vengo a compartirles algo profundo, y no es desde la perspectiva del cáncer, sino desde la conciencia de que cada día que pasa es una bendición. Es un recordatorio de que, a diferencia de un celular, nosotros no podemos simplemente conectarnos a una fuente de energía y recargar nuestras baterías al 100%. Nuestra vida no funciona así, y es por eso que debemos valorar cada momento, cada segundo que se nos concede.
Vivimos en una época en la que muchas personas operan en piloto automático. Se levantan, cumplen con sus obligaciones diarias, y al final del día, simplemente repiten el ciclo sin detenerse a reflexionar sobre lo que realmente importa. Es fácil quedar atrapado en esta rutina, pero es vital recordar que no somos máquinas, no somos dispositivos electrónicos. Somos seres humanos con emociones, sueños y la capacidad de conectar profundamente con los demás.
Todos tenemos a alguien en nuestras vidas que actúa como nuestra fuente de energía, esa persona especial que nos recarga con amor sincero, bonito y verdadero. Ese “alguien” no ofrece simplemente palabras de ánimo, sino que llena nuestro ser con una energía que no se encuentra en medicamentos o en una noche de buen dormir. Es un tipo de recarga que solo puede venir de un amor genuino, de una conexión auténtica con otro ser humano.
Por eso, debemos vivir cada segundo como si fuera el último. Disfrutemos de cada momento, de cada espacio y de cada persona que Dios pone en nuestras vidas. No podemos permitirnos dejar pasar las oportunidades de crear recuerdos, de expresar amor, de vivir plenamente. Porque al final del día, cuando miramos hacia atrás, no recordaremos los días que simplemente existimos, sino aquellos en los que realmente vivimos.
Un abrazo fuerte,
Su amigo, Jheisson Moná